La tutoría desaparece del Bachillerato. En la dura competición que se desata cada vez que se reestructuran los horarios por defender la mayor presencia posible de la propia asignatura en la carga lectiva semanal, la tutoría se ha quedado fuera. Y no ha sido una comunidad autónoma ni dos. El propio Ministerio de Educación ha suprimido la tutoría del horario lectivo del Bachillerato en su ámbito de gestión.

Y lo más triste es que la tutoría no ha tenido quien la haya defendido. A excepción de alguna iniciativa aislada como la de la ACLPP , no ha habido nadie que haya llamado la atención sobre semejante disparate.

En estos tiempos en los que incluso las universidades están tomando conciencia de la importancia de tutoría y la orientación como un factor de calidad de la enseñanza y como una de las vías de intervención fundamentales para reducir sus altas tasas de fracaso y abandono, las administraciones responsables de la educación no universitaria, con el ministerio a la cabeza, se cargan de un plumazo la hora semanal de tutoría. Seguirá existiendo, eso sí, un tutor o tutora, o incluso dos por cada grupo de alumnos, que deberá desarrollar las mismas funciones que hasta ahora pero sin disponer de un tiempo ni un espacio específico para el encuentro con sus tutorados.

Pero en estas condiciones será difícil que la acción tutorial y orientadora pueda desarrollarse de manera efectiva en los institutos en una etapa en la que esta labor sigue siendo tan necesaria como en etapas anteriores. Y mucho menos con un programa de intervención sistemático y organizado. El colmo de la contradicción es que las funciones del profesorado tutor seguirán siendo las mismas que hasta ahora, solo que no podrá cumplirlas satisfactoriamente por falta de tiempo y recursos para ello. Menos mal que la moderna y progresista LOE iba a acabar con lo más rancio y reaccionario de la LOCE.

La tutoría y la orientación de los alumnos son necesidades lo suficientemente importantes como para merecer un reconocimiento y un horario específicos dentro de la organización del Bachillerato.

En primer lugar, porque los alumnos de esta etapa deben tomar al finalizar la misma importantes decisiones sobre su futuro académico y profesional para las cuales necesitan recibir orientación. La variedad de opciones y caminos disponibles hacen que esta orientación académica y profesional no pueda restringirse a intervenciones o momentos puntuales realizadas sin un conocimiento adecuado de cada alumno y alumna. De hecho, en los años en los que tampoco existía hora semanal para la tutoría en el segundo curso del Bachillerato, las quejas de alumnos y padres por la insuficiencia del tiempo disponible para estas actividades era habitual.

En segundo lugar conviene recordar que el derecho a recibir orientación para conseguir el máximo desarrollo personal, social y profesional es uno de los derechos básicos reconocidos al alumnado en las leyes vigentes. No todos los aspectos de la orientación quedan circunscritos al trabajo que puede hacerse en la hora semanal de tutoría, pero también es cierto que otros muchos no pueden desarrollarse si no existe este espacio. A través de las actividades de tutoría grupal se facilita la integración de cada alumno dentro del grupo al que pertenece y se articula la participación de los estudiantes en la dinámica general del centro escolar como forma de comprometerles en su buen funcionamiento.

La hora de tutoría semanal es además uno de los pocos momentos en los que se puede recoger la opinión del alumnado sobre los distintos aspectos de la vida del centro que les preocupan y donde consultarles aquellas decisiones que les afecten. Y la existencia de este horario específico ayuda también a que el tutor y el conjunto del profesorado adquiera un mayor conocimiento de cada alumno, de sus características y de sus necesidades favoreciendo una intervención educativa más ajustada.

La atención prestada en los centros educativos a la orientación de los alumnos dentro las etapas educativas obligatorias desde la publicación de la LOGSE en el año 91 trajo consigo desde el primer momento importantes mejoras en distintos aspectos educativos y organizativos dentro de los centros escolares. No en vano todas las leyes educativas promulgadas desde entonces han defendido su valor como factor de calidad de nuestro sistema educativo. Y de hecho todas las mejoras introducidas en este ámbito han contribuido a una enseñanza cualitativamente mejor.

Así por ejemplo, la existencia de una hora lectiva semanal para la tutoría propició en los institutos nuevos espacios de coordinación y encuentro entre el profesorado. La necesidad de programar las actividades a llevar a cabo ha ayudado a provocar la reflexión y la adopción de acuerdos en los equipos docentes para la necesaria coherencia educativa en una etapa en la que tradicionalmente cada profesor ha venido trabajando de forma individualista. De no haber sido por el protagonismo otorgado a la figura del tutor y a la acción tutorial en su conjunto habría sido también más difícil que el conjunto del profesorado comprendiera que su función no se limita a la mera transmisión de conocimientos sino que también se debe colaborar en la formación integral del alumno, en consonancia con las finalidades que se establecen para el Bachillerato.

Y es que la acción tutorial, entendida como seguimiento, acompañamiento y soporte de los procesos de enseñanza contribuye no sólo a una formación integral sino a una enseñanza y un aprendizaje más eficaces en el conjunto de la etapa. Además cumple un importante papel en la prevención de las dificultades académicas que experimentan los alumnos de Bachillerato. El conocimiento del alumnado por parte del tutor, el diálogo frecuente, la reflexión y el análisis colectivos sobre el proceso de aprendizaje, sobre la convivencia en el instituto, sobre el clima del propio grupo, sobre el funcionamiento del centro, sobre la participación del alumnado en la dinámica escolar o sobre el futuro académico y profesional en el espacio de la tutoría facilitan la adopción de medidas orientadas a que los procesos de enseñanza discurran en mejores condiciones.

Mucho nos tememos que la supresión del horario lectivo de las actividades tutoriales lleve consigo un grave retroceso en el reconocimiento de estas tareas como factor de calidad de la enseñanza y acaben dando al traste con gran parte de los avances conseguidos en los últimos tiempos.