¿Vuelve la repetición de curso ?

Uno de los argumentos que de forma más insistente viene utilizando el Ministerio de Educación para justificar las bondades de la nueva Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE), cuya primera fase de implantación se ha anunciado para el próximo curso, es que con ella se pondrá fin a la "promoción automática". Se trata de evitar, según se dice, que los alumnos que no aprueben un curso pasen al siguiente sin tener los conocimientos adecuados.

Dicho así, es lógico que esta medida sea acogida de buen grado por quienes piensan que con ello lo que se pretende es beneficiar al estudiante ofreciéndole más oportunidades para repetir curso si las cosas van mal y superar así sus dificultades.

Sin embargo, con la nueva ley en la mano, no parece que los jóvenes de la ESO vayan a tener de ahora en adelante más oportunidades para repetir curso. En realidad, a lo largo de la Educación Primaria las cosas seguirán como están. Se podrá repetir una sola vez al finalizar alguno de los cursos pares, pues la etapa continuará dividida en tres ciclos de dos años cada uno, de forma que en el segundo se repasen y amplíen los conocimientos adquiridos en el primero. En cualquier caso, aquellos que tras repetir sigan dejando asignaturas pendientes deberán "promocionar automáticamente" al curso siguiente.

En la ESO, etapa en la que se podía repetir también una vez -y excepcionalmente dos- ahora puede que no haya más de una oportunidad, y no precisamente en mejores condiciones. La diferencia estará en que, mientras que antes la decisión sólo podía adoptarse como muy pronto al terminar el segundo curso, en la nueva ley no se podrá pasar de primero a segundo con más de dos suspensos, sean cuales sean las asignaturas en cuestión.

Y es en esto en lo que queda la supresión de lo tan despectivamente se ha llamado promoción automática. A partir del año próximo el primer ciclo de la ESO será dividido en dos cursos independientes en los que sólo se podrá repetir una vez. El problema es que todos los repetidores podrán ser asignados a un mismo grupo en el que se concentrarán de forma peligrosa y con alto riesgo de marginación los alumnos que más dificultades encuentran en el ámbito escolar. Aquellos que tras repetir sigan sin superar el curso o que, superándolo, se vuelvan a encontrar con dificultades al año siguiente podrán ser enviados a los también reformados programas de Garantía Social el curso en el que cumplan quince años (hasta ahora era requisito tener dieciséis)

No parece, pues, que los cambios que se avecinan en lo tocante a la promoción de un curso a otro estén pensados con un sentido educativo. Se aprecia más bien la intención de excluir lo antes posible a los jóvenes que debido a sus dificultades de aprendizaje afean el panorama de nuestros colegios e institutos y nos plantan la necesidad de un mayor esfuerzo pedagógico en su favor. Si en realidad se tratara de dar más oportunidades a los alumnos y si tan contrarios fuéramos a la promoción automática no estaríamos impidiendo repetir el tercer curso de la ESO a muchos alumnos sólo por el hecho de haber repetido ya en segundo cuando lo cierto es que la actual normativa así lo permite.

Pero lo verdaderamente llamativo y absurdo de este cuadro que la ministra quiere hacer pasar por obra de arte -como recientemente unos desconocidos artistas han conseguido en el Museo Guggenheim de Bilbao- es que el aumento de las repeticiones de curso se pinte como el fundamento de la calidad al sistema educativo del país. Tanto se ha hablado de eliminar la promoción automática que muchos, incluidos reputados columnistas periodísticos y tertulianos radiofónicos, han terminado creyendo que en el sistema aún vigente -el de la LOGSE- los alumnos pasan "por la cara" de un curso a otro y obtienen títulos sin necesidad de aprobar.

Pues bien, resulta que más de un treinta por ciento de nuestros jóvenes han repetido al menos un curso antes de cumplir los quince años, según datos del propio Ministerio de Educación. Así que si fuera cierto que la calidad educativa de un país mejorase haciendo que los alumnos repitieran más, los nuestros serían los más preparados de Europa, pues a pesar de lo que se haya querido dar a entender, tenemos las tasas de repetición más altas.

Pero claro, para mejorar realmente el nivel educativo hacen falta menos discursos sobre la calidad y muchos más medios para alcanzarla. Como en los países escandinavos o Japón, donde se ha abolido totalmente la repetición con el convencimiento de que sus efectos negativos sobrepasan con mucho los posibles beneficios, obteniéndose generalmente resultados superiores a la media internacional en la medida del nivel de conocimientos de sus alumnos gracias a otro tipo de medidas preventivas que, a la larga, resultan mucho más eficaces para combatir el fracaso escolar.